
No todas las personas tienen el mismo modo de relacionarse con otras de la misma manera, incluso una misma persona reacciona de manera diferente según las circunstancias que la rodean, aunque parece que podemos encontrar ciertos patrones estables, con independencia del lugar y momento de la relación. En las situaciones de aprendizaje escolar se generan con frecuencia dinámicas de agresión y victimización que parecen contribuir con el acoso escolar.
La relación que tiene el acoso escolar con las personas y la manera en que socializan es que algunas partes de la personalidad se revelan claramente diferenciadoras para cada uno de los niños implicados en una dinámica de agresión y victimización. Algunos elementos del perfil de los agresores, apuntan a que, junto a algunos aspectos de tipo físico como el ser varón (en una proporción de tres a uno) y poseer una condición física fuerte, establecen una dinámica para relacionarse agresiva y generalmente violenta con aquellos que consideran débiles y cobardes. Se consideran líderes y sinceros, muestran una alta autoestima y considerable asertividad.
En cuanto a las diferentes personalidades, encontramos que suelen presentarse algunas muy específicas: elevado nivel de extroversión, sinceridad y vulnerabilidad a conductas impulsivas, junto a un nivel medio de inestabilidad emocional. Los sujetos que están en el otro lado de esta dinámica, las víctimas, los que suelen ser el blanco de los ataques, por el contrario, muestran rasgos específicos significativamente diferentes, incluyendo un aspecto físico destacable: su complexión débil. Viven sus relaciones con otras personas con un alto grado de timidez que, en ocasiones les llevan a ser un poco retraidos y suelen vivir esta etapa en aislamiento social. Se autoevalúan poco sinceros, es decir. Entre los rasgos de personalidad destaca una alta puntuación en Neuroticismo junto con altos niveles de Ansiedad e Introversión, justo alcanzando valores opuestos a los agresores.
¿Bully o bulleador?

